(Tomado de IADB)
A la bailarina mexicana Alejandra Salas la pandemia ocasionada por el coronavirus la alejó del escenario. La cuarentena le ha impedido trabajar en proyectos profesionales. Un revés que, lejos de desanimarla, le ha permitido enfocarse en su futuro y en las habilidades que ha venido desarrollando toda su vida.
“Lo que puedo hacer ahora mismo es afilar mis herramientas para cuando termine la pandemia, y siendo bailarina esas son mi cuerpo y mis músculos, por eso estoy tomando clases de danza cada día desde mi casa”, dice Alejandra, quien se graduó hace menos de un año.
Cuenta que, conforme las puertas se fueron cerrando en toda la ciudad, descubrió que el mundo artístico estaba abriéndose en línea. Las ofertas de cursos gratuitos venían de academias famosas y grandes bailarines de Nueva York, México o Berlín. De pronto, desde su sala, se encontró tomando cursos de la prestigiosa Martha Graham Dance Company: “en ningún momento pensé que iba a poder tomar una clase de ese nivel, como se da en Nueva York”. Alexandra ahora puede diversificar su habilidades explorando estilos de danza que antes nunca habría podido pagar, desde el hip-hop hasta el ballet, el jazz o bollywood.
“Aunque no puedo hacer mi trabajo lo que sí estoy haciendo es prepararme con todas la oportunidades que se están dando con la cuarentena, eso podemos hacer todos, para que cuando se acabe esto salgamos como galgos en una carrera, preparados y disparados hacia nuevas metas”, dice.
Daniela Álvarez dice que su lugar de trabajo podría no sobrevivir el impacto económico del cierre forzado. Para enfocarse en algo que no fueran noticias abrumadoras o las redes sociales resolvió inscribirse en un curso en línea. A esta joven ilustradora mexicana que pasaba su tiempo visitando museos, el paro obligatorio le permitió reavivar su deseo de estudiar historia del arte. Fue en la plataforma FutureLearn que encontró el curso Criminología del Arte, lo cual le dio la oportunidad de aprender no solo la materia que ama sino sobre cómo proteger del contrabando las piezas que tanto admira.
Le añade estructura a mi día, estoy aprendiendo y explorando mis intereses y, tal vez, en un futuro, pueda aplicar todo lo que estoy estudiando”, dice.
En todo el mundo una generación que está empezando su vida laboral se encuentra confrontada a un contexto económico sin precedentes. El resultado es “un periodo de incertidumbre radical, de un grado de magnitud mayor a todo a lo que estamos acostumbrados”, dijo al periódico The New York Times el profesor de historia Adam Tooze, quien estudió los efectos de la crisis financiera de 2008.
Para muchos de los habitantes de América Latina y el Caribe, esta coyuntura se añade a las brechas económicas ya existentes y a una brecha digital que limita de antemano sus posibilidades de contar con el tiempo o los medios básicos para sumarse a la transición digital, o aprovechar su oferta. Es una brecha que empieza desde muy temprano: según datos del Centro de Información para la Mejora de los Aprendizajes (CIMA), en 2013 el promedio de estudiantes con acceso a internet llegaba solamente al 66 por ciento en las escuelas secundarias de la región, mientras todavía en 2019 se contaba, en promedio, con una computadora por cada 14 estudiantes. Además, de acuerdo con un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el promedio de la brecha digital entre las zonas rurales y urbanas es de un 27 por ciento en la región.
Así son fundamentales iniciativas como DigiLAC , una plataforma virtual que busca cerrar las brechas existentes en la penetración de banda ancha en la región, creada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); o Internet para Todos –una empresa de la cual es parte BID Invest, el banco multilateral para el sector privado del Grupo BID – que hace posible que operadores de telecomunicaciones puedan usar infraestructura ya existente para ampliar la cobertura de servicios de tecnología móviles.
Estos avances pueden brindar acceso a muchas personas a recursos que les permitan lidiar con la incógnita del mercado laboral que se encontrarán después la pandemia. Es ante ese contexto incierto que los cursos en línea ofrecen, ahora más que nunca, soluciones a sus usuarios, no solo para acceder a una mejor formación en el corto plazo, sino como un antídoto a la ansiedad que además les permita especializarse, aprender nuevas habilidades o dar un giro a sus carreras.
La oferta de cursos en línea ha crecido a pasos acelerados para responder a la disrupción mundial. Ejemplo de ello es LinkedIn Learning , de la red social orientada al empleo. En cuatro años suma 17 millones de usuarios y 15 000 cursos. Tan solo en la semana del 13 de abril de 2020 esta plataforma lanzó 27 cursos dirigidos a las nuevas realidades del teletrabajo y el aprendizaje de herramientas digitales esenciales.
Otra plataforma que lidera el aprendizaje en línea es edX , hogar de más de 20 millones de estudiantes, un número que, según su equipo de comunicaciones, no ha hecho más que crecer con la crisis actual: “hemos visto un incremento de usuario buscando la oportunidad de aprender algo nuevo, en temas como ciencia de datos, negocios, computación, pero también deseosos de aprender un nuevo idioma o habilidad”.
Entre estos nuevos alumnos, en lados opuestos del mundo, se encuentran Ana y César. En Myanmar, en el sureste asiático, Ana Rozeendaal estaba terminando una pasantía tras concluir sus estudios cuando inició la pandemia. En medio de esa transición forzada decidió buscar algo que estuviera “fuera de todo lo que conocía”. Entre la lista de cursos de edX optó por un tema de la carrera que nunca estudió: arqueología. “Estaba trabajando en mucho planes y de pronto hubo un vacío, pero no quería dejar de aprender, quería poder concentrarme en algo que ampliara lo que sabía, y que fuera una elección hecha para mí”.
En Honduras, César Núñez sintió el impacto de la pandemia por partida doble, como catedrático de la Universidad Tecnológica de Honduras y como padre de dos hijos. Desde esa experiencia opina que “los centros de educación no estaban preparados en cuanto a tecnología”, pero también apreció el reverso de la moneda: “los cursos en línea son algo formidable para que las personas logren sus objetivos, y para que en estos tiempos de restricciones puedan retomar y mejorar brechas de capacitación”. Fue así como se inscribió en Gestión de riesgos en proyectos de desarrollo , un curso en edX ofrecido por IDBx , el programa de capacitación del BID que ofrece cursos masivos abiertos en línea (MOOCs, por sus siglas en inglés).
Al respecto, el catedrático convertido en alumno vaticina: “la educación en línea llegó para quedarse y romper paradigmas”.
“Esto ha sido una explosión de usuarios”, dice Nicolás Jaramillo, Consultor en Estrategia y Operaciones del Programa IDBx. “Hay gente deseosa de aprovechar este tiempo para desarrollar sus capacidades, para ser más productivos, para ser mejores y salir de este momento fortalecidos para enfrentarse a nuevos retos profesionales. Y para eso no necesitas ir a ninguna parte: aquí lo tienes en casa y lo tienes gratis”.